jueves, 27 de octubre de 2011

UNA ENTREVISTA QUE ME HICIERON (CON UNA FORTA ABRAÇADA AL AMIC XAVIER BORRELL)

Hoy incluyo un enlace con una entrevista que me hizo el escritor y crítico literario Xavier Borrell (http://relatan.blogspot.com/), la primera entrevista a la que he contestado (al hilo de mi trabajo "Se hace camino al andar"). Fue un placer que alguien se interesara por mis cosillas, sobre todo allá en Catalunya, terra a la qual tinc un gran afecte (tinc encara l'assignatura pendent d'aprendre català: de mica en mica s'omple la pica...).
Una forta abraçada, amic Xavier




Profesor de Derecho y escritor de varios géneros, el autor de "Se hace camino al andar" deja viajar con él a Xavier Borrell para completar una entrevista en plena travesía. Abordan tantos temas como el autor desmenuza en su libro, un original viaje a distintos lugares en los que aparece para debatir de tú a tú con los protagonistas de cada momento...

¿Cómo surgió la idea de escribir una novela en esa época y en esos lugares?


Surgió de una serie de inquietudes que me rondaban por la cabeza, reflexiones sobre el éxito, la libertad, las ideas políticas, los cambios de rumbo (Malraux es uno de mis referentes constantes), así como de mis tendencias más o menos existencialistas (y hablo de existencialismo no como filósofo o aficionado a la filosofía, sino como creador, mejor o peor, me reservo el derecho a ser inexacto). Una serie de cuestiones que me preocupaban y que debía escribir, quizás porque es un buen modo de pensar, pensar con los dedos.

¿Ha querido disfrutar al ponerse en la piel de un escritor consagrado que puede publicar lo que quiera?

Es una broma que me parecía sugerente. Conozco la otra parte de la película, la de los que tropiezan una y otra vez con los muros de aquí y de allá, con la ignorancia, con lo establecido, con el desprecio incluso, y me planteé el reto de saber qué podría pasar si se triunfaba. ¿Se puede triunfar? Bien, y… ahora, ¿qué hacemos? me planteo a mí mismo. No sé la respuesta, habría que preguntarle a Dan Brown, o como se escriba.

En el conjunto de su novela defiende el derecho a la independencia de los pueblos oprimidos. ¿Era su intención?


Reconozco que cada vez me atraen menos los derechos de los colectivos, vaya eso por delante, pero es algo innegable que cada uno debe poder decidir su destino como considere oportuno, eso es otra gran verdad. Luego hay que articularlo jurídicamente (soy jurista “de-formación”), pero es importante que se puedan hablar las cosas y que se respeten las decisiones de los demás. Ahora bien, cuidado también con el peligro de que los árboles no nos permitan ver el bosque: este tipo de cuestiones pueden reducir mucho la cultura e intereses de los implicados, y uno puede acabar colgado todo el día de una bandera (cuando lo bonito es disfrutar de paisajes o de la playa en verano), escuchando una y otra vez un himno patriótico (cuando lo mejor es escuchar a Silvio, a Serrat o a Ismael Serrano) y fabricando fronteras de alambre (cuando lo bueno es mezclarnos y hacernos menos puros). Cuidado con esos peligros. Nuestros montes son bellos, pero más allá puede haber vida inteligente. ¿Se imagina lo ridículo que sería reivindicar mi condición de malagueño en el aeropuerto de Nueva York o en la Stazione Termini, de Roma? Hay que relativizar esas cosas.


El protagonista toma dos decisiones muy radicales en su vida. ¿Buscaba un final distinto o no le gustaba el que le venía?


El personaje practica el método de ensayo y error. Se da cuenta de que le fallan salidas que consideraba correctas y busca otras. Yo empecé a escribir la historia y el protagonista se apropió de su destino, también es verdad. Al menos me hizo caso en una cosa (aparezco en un determinado momento, travestido de profesor de historia del arte, perdonen la coquetería): conocer Roma.

¿Teme que le critiquen porque el protagonista diga que la familia es una privación de libertad?

Bueno, eso lo dice el protagonista, pero muchas veces es así, así lo veo. Es una opción individual, optar por la familia o no. Cada cual, que se organice su existencia como quiera. Al fin y al cabo, todos tenemos nuestras servidumbres, ¿verdad? Pero lo bueno no es dar una respuesta, sino plantearnos la pregunta, que estamos hartos de escuchar que la familia para arriba y la familia para abajo. Que cada uno dé la respuesta que libremente prefiera.

¿Si vendiera tantos libros como el protagonista, haría lo mismo que hace él con sus posteriores obras?


(Risas) Estoy tan acostumbrado al barro que sería difícil que se me subiera algo a la cabeza. Pero creo que, en ese caso, mejor no tener lejos este libro, para saber lo que nunca quiero ser. Me dedico a la docencia en Derecho (aunque creo no ser el típico profesor de Derecho), y cuando empecé no tenía ni idea de pedagogía (a lo mejor ahora tampoco, jeje): no sé si tenía claro lo que debía hacer, pero lo que sí tenía muy claro era lo que jamás debería hacer (todos esos anti-ejemplos que hemos sufrido como alumnos). Pero estamos hablando de algo tan improbable…

¿Qué le parece el hecho de ser un abogado que edita en una editorial de libros de derecho? ¿No es un poco endogámico?

Es una editorial jurídica un tanto especial, pues no sólo publica trabajos de Derecho, pero es lógico que la gente de Derecho conozca más estas editoriales. Yo, por ejemplo, me puse en contacto con ella para publicar un trabajo científico jurídico (aquí habría tema de debate también, muy literario: alguien contrario a las corridas de toros trabajando sobre responsabilidad civil en festejos taurinos…), y al ver que publicaban también trabajos literarios, les remití el mío. Tengo escritas muchas cosas de Derecho, cosas que no le recomiendo leer (son aburridísimas), pero la sal de la vida está en la literatura. Que no nos falte. Yo me ahogaría.

¿Le gusta la idea de que el lector pueda abrir el libro por cualquier página y encontrar siempre diálogos interesantes que no se relacionan entre sí?


Sí, el diálogo hace amena la lectura, y eso también es bueno. Hace poco, releyendo entrevistas a Benet, leía que Benet abominaba de los diálogos. Seguí leyendo en busca de comentarios más acertados, pues no puedo estar de acuerdo. Mi concepción de la literatura es otra, el trabajo literario debe ser como la vida: una sucesión de cosas banales por la que entrecruzan los temas clave de la vida. Es lo que intento, no sé si lo logro. Y en la vida se dialoga, salvo los de siempre, que hablan “ex catedra”, pero eso no tiene remedio. A esos les sucede lo que a Eugenio Montes, que se ensimisma tanto con su verbo florido que le cambias el interlocutor y no se entera. Horror.

A tenor de los poemas que ha escrito hay un buen poeta en usted. ¿Disfruta con este género?

Muchas gracias por el piropo. Tengo publicados varios poemarios, algunos con momentos que me gusta releer, y a veces necesito la poesía para expresarme. Es otro registro: mi poesía es sencilla de leer, un chispazo, pues en poesía todo lo que no es necesario, sobra, y me gusta que un poema se lea fácilmente; por eso son trabajosamente sencillos. Una vez le comenté a un amigo bibliotecario que acababa de publicar un poemario (en este caso, “Cuaderno de Roma”), y me dijo que él de poesía no entendía, a lo que respondí “yo tampoco”. Yo soy como esa mujer embarazada que no es ginecóloga, pero que espera dar a luz un niño sano. A veces se puede… En cualquier caso, yo soy un curioso, un tipo que viene de otro mundo huyendo y recaló aquí (yo siempre huyo: uno de mis temas fetiche: los mares del sur, influencia quizás de mi admiradísimo Manuel Vázquez Montalbán).


http://www.elcampdeturia.com/entrevistas/489-entrevista-con-antonio-j-quesada.html

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