jueves, 30 de octubre de 2014

DESORIENTADO

Ando desorientado y con el paso cambiado por casi toda geografía por la que me conduzco, aunque luego parece que la mano invisible de Adam Smith (o la mano visible de la Familia Monster, mucho más agradable) reconduce lo reconducible y la sangre no suele llegar al rio. Me tranquiliza, pues al final los ríos "van a dar a la mar, que es el morir", y esa contaminación anímica de las aguas me supondría un grave cargo de conciencia (ya que todavía creo que gasto de eso, aunque hoy... no se lleve ni en el mango de los paraguas; ¿necesitaré algún día un "descargo de conciencia"?).
En uno de los números de la Revista Sur incluí un texto en que expresaba algo de esa sensación. "Desorientado": a medio camino entre la desorientación y la sugerente condición de último mohicano, último de Filipinas, último de la fila o, si me apuran, última rebanada del pan de molde (a saber de qué molde...). ¿Acaso juego en el texto al fin de raza, como mis admirados Panero?




Desorientado

Como un soldado perdido
que vaga,
solitario y deshabitado,
por bosques y otras soledades medioambientales
ubicadas entre ciudades destrozadas por la barbarie.
Desconocedor de las circunstancias de las batallas,
de si la guerra ha terminado
o es que no se escuchan armas por otras razones.
Entre cadáveres excesivamente abandonados,
expectante,
con el fusil en perfecto estado de revista,
por si la legítima defensa es
todavía más legítima de lo normal.
Desorientado.

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