miércoles, 18 de marzo de 2015

¡VIVA LA PROSTITUCIÓN! (ELOGIO ENCENDIDO DE CIERTA PROSTITUCIÓN, O SOBRE LA DESCONCERTANTE LEVEDAD DE LAS "VIEJAS PROSTITUTAS DE LA HISTORIA")

¿Todas las prostituciones la prostitución? No. Ni mucho menos. Hay quien arrienda su cuerpo, su mente, sus principios, su sonrisa, su tiempo, su mirada, incluso su vida, para subsistir (porque, como decía un amigo, "en mi hambre mando yo"), y cuesta hacer algún reproche del tipo que sea, y hay quien arrienda algo de eso buscando lujo o reconocimiento social o del tipo que sea. En este segundo caso tampoco me siento legitimado para reprochar ni juzgar nada (no juzgo casi nada en la vida: "vive y deja vivir", es mi lema), pero no es igual que el primer caso. De cualquier manera, el concepto de prostitución es mucho más amplio que el que reserva la palabra para la pobre chica que arrienda su cuerpo por dinero (en muchas ocasiones, obligada por esclavitudes diversas, y ahí el Código penal debe hacer su trabajo diligentemente). Ni son sólo chicas las intervinientes, ni sólo se arrienda el cuerpo, está claro.
Y todo esto viene a cuento de que quiero hacer un elogio de la prostitución. Mejor dicho, de un tipo concreto de prostitución, seamos rigurosos con los términos. La prostitución a la que el genial José Agustín Goytisolo dedica el poema con el que inicia su excelente libro de poemas "Bajo tolerancia". Después de leerlo miro al cielo, como quien busca a un Dios que a lo mejor ni existe, y grito con todas mis fuezas: "¡Viva la prostitución!".


Su profesión se sabe es muy antigua
y ha perdurado hasta ahora sin variar
a través de los siglos y civilizaciones.

No conocen vergüenza ni reposo
se emperran en su oficio a pesar de las críticas
unas veces cantando
otras sufriendo el odio y la persecución
mas casi siempre bajo tolerancia.

Platón no les dio sitio en su República.

Creen en el amor
a pesar de sus muchas corrupciones y vicios
suelen mitificar bastante la niñez
y poseen medallones o retratos
que miran en silencio cuando se ponen tristes.

Ah curiosas personas que en ocasiones yacen
en lechos lujosísimos y enormes
pero que no desdeñan revolcarse
en los sucios jergones de la concupiscencia
sólo por un capricho.

Le piden a la vida más de lo que ésta ofrece.

Difícilmente llegan a reunir dinero
la previsión no es su característica
y se van marchitando poco a poco
de un modo algo ridículo
si antes no les dan muerte por quién sabe qué cosas.
Así son pues los poetas
las viejas prostitutas de la Historia.


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