domingo, 9 de agosto de 2015

DE CUANDO JOSÉ ÁNGEL VALENTE SE ENFRENTÓ A UN PRESUNTO MICROJOVEN INFELIZ

Escribí este texto para un número de una revista cultural que, por azares de la vida, no salió (terminó donde habita el olvido). Estaba dedicado, dicho número, a José Ángel Valente, y colaboré con un trabajo basado en una anécdota curiosa de JAV con mi maldito de cabecera, Leopoldo María Panero.




DE CUANDO JOSÉ ÁNGEL VALENTE SE ENFRENTÓ A UN PRESUNTO MICROJOVEN INFELIZ

Antonio J. Quesada

A un buen creador debemos exigirle buen nivel creativo. Suum cuique tribuere: no estamos ante un pensador o ante un intelectual, condiciones que no tienen por qué adornar a un creador. Bastante consigue si le sienta bien el traje de creador, no pidamos más de lo que podemos. Reivindico, para los creadores, el derecho a la incoherencia, así como el derecho a la pereza (soy marxista-lafarguiano) y el derecho a la injusticia, por qué no. No exijo más que creación de calidad. Y esto viene a cuento porque de dos grandes creadores hablaré, vaya por delante. Tiene que ver mi reflexión con una antología poética, además. Una antología de poetas: esa obra polémica donde las haya, que suele nacer con tantos enemigos como creadores hayan quedado fuera. Ya se sabe, además, que en España las antologías se suelen preparar contra alguien, lo que añade un tono excesivamente picante para el estómago. Castellet fue siempre Maestro, también a la hora de preparar antologías (que, no por menos polémicas, no fueron referentes en todo caso), y uno de sus más díscolos novísimos, mi admirado Leopoldo María Panero (LMP), el poeta maldito canónico de este país, también generó polémica con cierta antología que coordinó. La que me interesa en este comentario.
En junio de 1979, la revista Poesía publica una polémica antología titulada “Última poesía no española”, dedicada a Fray Bartolomé de las Casas y en cuyo provocativo preámbulo LMP, entre otras perlas típicamente “panerianas” (de esas que disfrutamos los admiradores de LMP), califica la poesía de Antonio Machado como “poesía para el bachillerato”. El polémico texto distingue a Seniors (Martínez Sarrión, Gimferrer, Ana María Moix y Carnero) de Coqueluche (Azúa, Ferrer Lerín, Colinas, Haro Ibars, su hermano Juan Luis, Bocángel y Enrique Murillo). Una bomba de relojería literaria que no tardó en explotar, era cuestión de (poco) tiempo. Ser arbitrario en la obra creativa puede ser la sal de la vida, pero… serlo cuando se prepara un texto científico o, incluso, una antología puede ser excesivamente peligroso.
El siempre riguroso José Ángel Valente, escamado con la forma y con el fondo (¡Antonio Machado como poeta para bachilleres: increíble!), le dedicó una columna que J. Benito Fernández, biógrafo canónico de LMP (“El contorno del abismo”, Tusquets bolsillo, 1999, p. 259), no dudó en calificar de “severa y despiadada”: “Nueve aforismos para un neojoven” (El País, 17 de febrero de 1980). Se puede decir más alto, pero no más claro: “Cabe esperar que los jóvenes realmente probados tengan más capacidad para absorber sus traumas de bachillerato que este microjoven infeliz (…). Algunos jóvenes perpetuos –que ocupan la juventud como si fuera una silla de academia- hacen desde la vida gestos desesperados para existir en la escritura (…). Ningún anacronismo más triste que el del enfant terrible prematuramente envejecido y ya sólo terrible por los disgustos que causa a su mamá. La mamá se pone los disgustos del niño a contrapelo –qué hacer, al fin y al cabo-, como sombrero audaz que la hace más moderna. Luego se exhiben juntos, comerciales y tiernos, en películas ñoñas, para escándalo burdo de burgueses de pueblo. Desencanto. Sí, qué desencanto o qué infelicidad, Panero”. Como devoto de los hermanos Panero y de las boutades, en general, no puedo no sonreír con las cosas de LMP, pero… la bofetada sólida del sólido Valente no tardó en caerle a mi admirado LMP.
No está de más que un creador provoque: recuerdo a aquel que dijo en el Ateneo de Madrid que se notaba que Cervantes era manco (inexactitud, por cierto), pues El Quijote estaba escrito con los pies, y acabaron a silletazos ante tan injusta y sublime frase, o los insultos químicamente perfectos, mas tantas veces injustos, de mi admirado Umbral. Pero te arriesgas a que llegue un poeta, riguroso además, y te ponga las banderillas.
Como sucedió aquella vez en que José Ángel Valente, el gran poeta, se enfrentó a un presunto microjoven infeliz. A otro gran creador: LMP.

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